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23 abr 2014

Caminar las veredas del domingo es efectivo para desatar nudos de pequeñas celulas grises (o "Cómo hacerse la cabeza con poca cosa")

"Si esto es lo que creo, los que caen somos..." Cielo Razzo


     Tu mirada cruzando la multitud de pendejos pogueando, impactando en mis ojos, y nada más.

     Tu boca en íntimo contacto con la bombilla, testeándola, y nada más. 

     Mis látidos recordando un grito de viernes, de esos que despiertan, y el ritmo de mi respiración compasado por las ansías (¿de qué?), y nada más.

     Verte de repente, personificando a mi asesino, o a un brujo, o a vos, encendiendo un cigarrillo en el patio del bar. La gente alrededor desapareciendo. Y nada, nada más.

    Mis ideas comunes dando vueltas, persiguiendo lo que guardo de vos en mi memoria. Y nada más.

    Estar callados. Nada más.

    La injusticia de tu mano en mi pierna, y nada más.

    Recordar como mostras los dientes al reir, y pensar que eso es la desnudez. Sentir pudor. Nada más.

    Tu mano apretando la mía en un rincón de tu campera. Y nada más.

    Mis vísceras importantes organizándose de forma clandestina para combatir mariposas, polillas, y cualquier lepidóptera que lleve sentimientos peligrosos en las alas. Y nada más.


    En fin, ¿ves? Poca cosa o nada me hace caer.

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