Estoy buscando...:

3 jul 2012

Invitación (o: Cuando me fundí en el amante colectivo)


  Vi más de un espacio vacío; muchos es más cercano a su cualidad. Son los días en los que me hacías falta. Son las horas que pasabas pensando en utopías hundidas en tu ombligo. Mientras tanto yo te amaba con lo que no puede verse, y con los labios y con los dientes, y convocaba poetas, miraba estrellas – las de siempre -, y ponía flores en las orillas de mis revoluciones.
  Entonces saqué del bolsillo ese cirio encendido; lo más lindo que tengo, mi faro, mis ángeles que no abandonan; lo envolví en papel de diario, no teniendo nada mejor que regalarte. Trepé a tu torre para rozarte la cara. Te agarré la mano para traerte acá abajo, al lienzo verde o moreno, donde la tierra ensucia los zapatos, donde el viento se confunde con el cabello sin permiso, donde algunas personas duelen, donde mujeres y hombres pueden hacer que tiemble el suelo. Acá la lluvia cae con más dulzura que nuestra primera noche, bautizando los campos.
  Despiertos, no ocultamos que las monedas huyen y las horas son pocas. Y lloro o rio según corresponda, y los chicos bailan, pegan carteles, leen, leen, se ensucian las manos, leen; las chicas, con el corazón que les queda tras todas estas cosas, me dicen que me aman.
  Acá estas vos, con tus manos, tu pelo, tu voz, con tu ausencia. Estoy yo, con mi estar, mi ser, mi dejar de ser, mi sentir.
  Está el resto del mundo, fluyendo, tan real que está más allá de nosotros y de nuestros sueños; listo para ser distinto. La visión mayor es cambiarlo.
  Estas cosas quería darte y decirte, adentro de esa tela rayada. En los ojos del gato, en la hora correcta, podés seguir el signo con el que lo rellené: este lugar de paradoja, en el que conforme pasa el tiempo nos hacemos más nuevos.